Proyecto Nada

¿Por qué el Papa le sugirió a los sacerdotes un desembarco inmediato en la web?

Posted in Reflexiones de Manu by Manu on enero 24, 2010

LA LLEGADA AL NUEVO MUNDO Y EL TEMOR DE LO DESCONOCIDO

El Vaticano tardó 504 años en referirse, en un cuestionado mea culpa, a la Inquisición. Sus palabras, poco elocuentes si se comparan con el listado de crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el amparo de la fe, sostenía un medido repudio a los “errores de exceso” y al uso de la “intolerancia y la violencia en servicio de la verdad”.

Diferente suerte tuvieron las campañas militares a Tierra Santa –más conocidas como las Cruzadas- que recién obtuvieron una ínfima mención papal novecientos años después. En 1995, el Vaticano celebró el ímpetu de los hombres que viajaron para cuidar sus convicciones pero advirtió que sus beatos deberían darle gracias a dios por su capacidad de diálogo y dejar de lado las armas.

Los pueblos originarios que sufrieron la conquista de la fe por parte de misioneros católicos también tuvieron su momento de reflexión en los edificios que rodean a la plaza San Pedro. Casi medio siglo después de su irrupción física y psicológica en América, la institución confesó al mundo que los cristianos destruyeron la forma de vida de los nativos.

Las mujeres, en tanto, recibieron las disculpas de la institución en 1995 cuando, mediante una carta, el Papa condenó a los responsables de la discriminación histórica a la que fueron sometidas. La aclaración vale para los “no pocos miembros de la Iglesia” que estuvieron involucrados.

Bajo este contexto de reflexiones centenarias, resulta cuanto menos llamativa la rápida asimilación del fenómeno digital por parte de una de las instituciones más conservadoras e inflexibles de la historia. A cuento de la actualidad y después de haber habilitado un canal enYouTube y en Facebook, el Papa se comunicó con sus sacerdotes y los instó a desembarcar en la web. “Queridos sacerdotes, les invito de nuevo a utilizar con sabiduría las extraordinarias posibilidades que ofrecen las comunicaciones modernas. El Señor les convierte en proclamadores apasionados del mensaje también en el nuevo Agora creado por los actuales medios de comunicación. A través de estos, el sacerdote puede dar a conocer la vida de la Iglesia y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo”, advirtió Benedicto XVI en un mensaje difundido en la celebración del 44 Día Mundial Católico de los Medios de Comunicación Social.

En tiempos en donde el control de los contenidos difundidos ya no puede ser manipulado con certeza por parte de las instituciones que siguen ostentando el poder, la Iglesia apunta a una inserción radical en la web. Por cada un contenido publicable a favor de ella, la institución se encuentra con 300 en contra. En un terreno enemigo, la Iglesia busca volver a evangelizar la hostilidad, práctica en la que tiene un importante prontuario de victorias.

¿Estamos frente al fin del poderío de la Iglesia? Definitivamente no. El entramado de relaciones de poder que supo cosechar a lo largo de su existencia la mantiene, todavía, en un estandarte difícil de desestabilizar. Sin embargo, la falta de renovación en las nuevas generaciones, hoy en terrenos cibernéticos, sí preocupa al máximo poder eclesiástico. En definitiva, las relaciones de poder sin fieles podrían ser figuritas devaluadas en algunas pocas décadas.

Armado y con toda la tecnología a su disposición, el Papa ya mandó a su ejército evangelizador a la selva cibernética en una suerte de cruzada 2.0. El tiempo dirá quién será el que logre contar la victoriosa hazaña, esta vez, desde una biblia digital.

Se comenta

Posted in Reflexiones de Manu by Manu on enero 21, 2010

Se comenta que soy una persona desdichada. Nunca gané nada en ningún concurso. Si el número elegido era el diez, yo portaba el trescientos. Nunca pasaron mi canción en la radio. Jamás me tocó rendir un oral primera, pese a haber llegado bien temprano y poco dormida a la facultad. El último cigarrillo siempre suele ser el último. El don de la escritura fue algo que pulí desde mi adolescencia. No nací sabiendo lo que sé, tuve que fumarme una biblioteca de quinientos libros. No me arrepiento, pero no fue fácil. Las fotos me suelen salir movidas. Mi sonrisa nunca es elocuente. Jamás recuerdo un chiste, pese a siempre acordarme el principio del mismo –los remates no son lo mío-. La cerveza me viene caliente y cuando pido Coca Zero me ofrecen Pepsi Light. Rechazo “pretendientes” para recibir una revelación mística al año y darme cuenta de que ya no están. Toco la guitarra, pero no paso de los temas de fogón. Una sola vez me tocó ser “dama antigüa” en un acto escolar. Si le pregunto a alguien por su cara de muerto me responde que acaba de fallecer un familiar. No me salen las ecuaciones complejas, por eso me entregué a las letras. Cuando llego al andén, el tren se acaba de ir semi vacío. Siempre vivo con media hora de delay. Pospongo la respuesta de los mails para luego autoconvencerse de que los respondí. Eterna promesa que no cosecha frutos, o sí, quién sabe. Publico sólo el diez por ciento de lo que escribo. El resto, muere en papeles que desparramo por cajones o en viejos documentos de Word que se van eliminando solos. No le puedo poner punto final a la novela. Cuando intenté hacer terapia, el psicólogo me recomendó que piense menos. Sigo pensando demasiado. Soy espontánea y blanco fácil para los conspiradores. Domino el lenguaje escrito pero siempre digo lo que no tengo que decir. También suelo pensar lo que no tengo que pensar. Me cuesta hacerme la idea de que la gente es jodida, por eso arrastro un historial de decepciones que podría entrar en el Récord Guiness en cualquier momento. No me cuesta despertarme a la mañana, pero siempre siento que me falta una hora de sueño. Tiendo a hacer diez mil cosas a la vez y -al mismo tiempo- sentir que no hago nada. Pocas veces me sale bien la comida que cocino. Siempre me roban el taxi. Salgo desabrigada y sin ropa para la lluvia cuando la tormenta se dispara. Me gusta caminar bajo el agua y siempre termino resfriada. Me hubiese gustado vivir en un país en el que pudiera vivir de lo que trabajo. Cuando pido un café me traen una lágrima. Siempre necesito diez minutos de silencio cuando me despierto. Tiendo a rodearme con gente que es feliz hablando cuando recién se levanta. Me gusta dormir la siesta pero nunca tengo tiempo. No me gustan los perros y no me sale disimularlo. Jamás aprobé un examen de “taquito”, las buenas notas siempre fueron consecuencia de largas noches de estudio. Aprendí que el buen promedio en la facultad es algo relativo cuando me tomé un año sabático. Soy más tímida de lo que la gente piensa. Cuando espero con ansias un mail, sólo recibo gacetillas o propuestas para salvar al pájaro carpintero del Congo Belga. Nunca fui el target de una publicidad porque mis ingresos jamás me lo permitieron. Enfrento la vida sabiendo que es improbable que logre la estabilidad económica con la que crecí y con la que vivo bajo el amparo de mis padres. Pese a eso, amo mi profesión. El debate ético es constante. Cuando llego a la esquina, el semáforo ya está en rojo. Aprendí a querer demasiado grande. Si prendo el aire acondicionado tengo frío, si lo apago me da calor. No me gustan los grises, pero detesto ver la vida como un blanco o negro. No creo en el cielo, pero no me atrae la idea del infierno. Nunca creí en Dios. Cuando pasa algo malo, me vence el humor negro. Soy machista y feminista, contradicción propia de una persona que no se considera sexista. Me quejo con constancia. No pretendo mucho de la gente aunque suelen pretender demasiado de mí. Arranqué la vida adulta muy chica y lo comprendí cuando ya era demasiado tarde. Me gusta leer poesía pero no me sale escribirla. No creo en las soluciones mágicas, pero me cansa el vivir intentando. Me molesta que todo tenga precio. Me desanima ver que mucha gente “llega” sin demostrar ningún talento. No me engancha la tele y tampoco tiendo a escuchar músicos nuevos. Todavía no le encuentro un equilibrio a lo digital. Tengo un tocadiscos sin púa. Estudié ruso y me quedó pendiente francés. Se comenta que soy desdichada. Si esto es desdicha, yo soy feliz.

De Nito y Charly a Don Omar y Arjona

Posted in Reflexiones de Manu by Manu on enero 19, 2010

Es larga la carretera cuando uno mira atrás. Vas cruzando las fronteras, sin darte cuenta”, cantaba yo cuando todavía era una infante y viajaba en el auto de mi musicalmente depresivo padre (sí, no hay otra descripción: era Sui Generis o Silvio Rodriguez). El tiempo pasó y con el tiempo, además de incorporar sus no tan lúdicos gustos musicales comencé a redescubrir aquellas letras que, por el oficio de la repetición, carecían de un sentido cuando me asomé en la adultez. Podrán imaginarse cómo me pegaron entonces algunos temas tales como Cuando comenzamos a nacer, Aprendizaje, El oso y demás.

Después de redescubrir algunos significados, comencé a preguntarme qué le sucedería a la generación post ochentas. Aquella que creció sin el amparo de algunos discazos y hermanada con el reggaeton, la cumbia y demás estilos. Mi target: aquellos que no tuvieron padres que los encaminaron por los senderos de la buena música.

A continuación, algunas reflexiones.

Pasame la botella, quiero beber en nombre de ella”, cantarán los nuevos adultos y ocultarán su desasón al recordar su primera borrachera junto con sus hijos. “Eran otras épocas hijo. El país era diferente, la juventud… uy la juventud, todos teníamos sueños; queríamos armar nuestra propia banda de cumbia y salir de gira por Latinoamérica”, recordarán.

Atrevetete, salte del closet. Destapate, quitate el esmalte. Deja de taparte, que nadie va a retratarte”, tararearán en familia. “Pa, ¿cuál es el significado de esta canción?”, se inmiscuirá el infante. “En aquellos años, no toda la música tenía significado. Pero este tema… este tema –suspira-. Todavía me acuerdo cuando los gobiernos debatían si los homosexuales debían o no tener los mismos derechos”, retrucará el padre.

Hijo: “Pero, ¿qué es eso?”

Madre/Padre o Tutor: “Bueno, durante algún tiempo la gente utilizaba una palabra diferente para referirse a las personas que se enamoraban de otras de su mismo sexo”.

Hijo: “¿Osea que no se podían casar, ni tener hijos, ni nada?”

Madre/Padre o Tutor: “Claro”

Hijo sorprendido:  “¿En serio? Wow, se lo voy a contar a mis compañeros”.

Ay qué dolor, queda nada para mí, queda nada para vos”, sonará. “Dejame adivinar, ¿está hablando del faso?”, se preguntará el hijo. “No, no en este caso. Pero sí, por esa época hablar de la marihuana era un acto de rebeldía. Sentíamos que estábamos batallando una revolución. La revolución del hombre nuevo: fumado y sin ningún tipo de conciencia social”, recordará el adulto.

Tu reputación son las primeras seis letras de esa palabra. Llevarte a la cama era más fácil que respirar. Tu teléfono es de total dominio popular y tu colchón tiene más huellas que una playa en pleno verano”, suena en la tarde. “Hijo, escuchá y aprendé. Es Arjona, el músico preferido de mamá. Con este tema la enamoré”, relata. “Sí, aprendé. Fue un romántico, el último romántico. Manejaba el arte de la metáfora con una soltura que nadie logró a igualar”, agregará la madre.

Si Evita reencarnara, sería ucraniana

Posted in Reflexiones de Hernán by Hernán on enero 7, 2010

Si Evita viviera

sería montonera

Canción popular de Montoneros

Tras el anuncio de que no sólo que Evita reencarnó sino que es ucraniana, Proyecto Nada se complace en dar a conocer a su fina audiencia qué próceres y/o políticos argentinos resucitarán o resucitaron, en forma de qué y en dónde, tras una importante investigación (o sea, irme a la parte de atrás de un restorán chino para encontrarme con una coreana -no pregunten- que tira las cartas).

Manuel Belgrano: la espiritista que consulté lo señala como un prominente líder político gay de Uganda, como fruto de la estigmatización histórica que lo tildaba de maricón por un supuesto «aflautamiento» de su voz. Pero como tienen problemas mayores que la igualdad de género (como por ejemplo, esas boludeces del hambre y las enfermedades fatales que diezman a la población), nadie oirá sus reclamos. Morirá triste, solo y puto.

Fernando de la Rúa: Aunque no está muerto, la pitonisa hace un gesto de «miro al banco y pido cambio», y susurra por lo bajo:  «Este se va a tomar un helicóptero con Sandro». «¿Entonces?», pregunto, para escuchar como respuesta un «fáidolar, plís». Abonando la consulta, asegura que será el bajista de una banda tributo a Slayer de California. En algún momento, intentando en vano afinar su instrumento, gritará «IS THIS BORING OR WHAT?». Acto seguido, un terremoto borrará dicho estado de la faz de los Estados Unidos, con la consecuente destrucción de todos sus habitantes, playas y Arnold Schwarzenegger.

José Luis Massera: Reencarnó en Richard Heene. Consultado sobre el paradero de su hijo, diría «se lo llevó el viento, no figura en ningún lado, está desaparecido». La pitonisa asegura que Videla reencarnaría en un futuro abogado que demandaría a Heene por copiarle la frase. A esta altura, empiezo a pensar que la japonesa -no pregunten- se zarpó en paco.

Carlos Menem Jr.: En una mariposa. Ante mi gesto de «¿y a mí qué?», la pitonisa me vaticinó que esa mariposa comería el néctar de una flor, que a su vez agitaría el polen de dicha planta, sería arrastrado por el viento, pasando por los tornados en Pehuajó, Cariló, Cutral-Có y Wawan-Có hasta finalmente llegar a Buenos Aires, donde entraría en la fosa nasal de un colectivero de la línea 37 que perdería fatalmente el control de su colectivo tras estornudar producto de un brutal ataque de alergia, y como consecuencia de eso, los choques en cadena producidos en la avenida Las Heras haría que el auto de súper lujo en el que Menem padre se transporta se estrole irremediablemente contra el camión que lleva al toro ganador del concurso de La Rural de ese año, de forma tal que el bovino caiga sobre el techo del automóvil del ex presidente matándolo tras una larga y dolorosa agonía. «O puede que no», me dijo.

Suponiendo que me podía estar verseando, decidí levantarme, no sin antes intimidarla con la mirada y desafiarla: «A ver si la tenés tan clara. ¿Y Perón? ¿El general?». La vietnamita – no pregunten- me señaló con un huesudo dedo (o con un hueso de pollo a medio comer, en rigor) y me dijo «Perón sos vos, y todos nosotros. Peronistas somos todos». Ahí supe que me había cantado la posta.

Una obra de teatro anti sistema en tres actos

Posted in Reflexiones de Hernán by Hernán on diciembre 22, 2009

Preludio

Paradoja de la vida, si las hay. Situación inicial: cobertura de evento equis, dictada por un brasilero. En cuestión, las novedades -sin dudar, interesantísimas para el cosmos- radican en la utilización de toda la tecnología habida y por haber para monitorear las respuestas y patrones de consumos del consumidor (pun not intended). Desde lecturas termales satelitales hasta cámaras que monitorean los sitios más visitados. Porque claro, se sabe que no hay nada más directo en el marketing que espiar al consumidor de tu preciada marca.

Acto 1: Los marginados de la educación

En cualquier caso, saliendo de ahí, Manu -blogger también presente en este Proyecto- y yo caminamos por la calle Florida. El evento era en Plaza de Mayo, y ambos tenían que llegar hasta Retiro para abordar el Mitre. Por iniciativa mía, le sugerí caminar por Florida, para ver qué había.

Llegando al inicio de dicha calle, se me da por comprar un ramillete de jazmines para mi novia -en el fondo, soy un tierno-. Imitando mi gesto, Manu decide comprar uno igual para la madre. ¿Costo? Dos mangos cada ramo.

– No tengo monedas -dice el vendedor, ante la vista de un billete de cinco pesos-.

– Hagamos una cosa -abro la billetera-. Te doy también una moneda de un mango, y me das dos de vuelto.

– …….

Tras unos instantes de silencio y no sin reticencia, el vendedor -no debía tener más de quince años- acepta, claramente sin tener idea alguno del proceso matemático.

Se cierra el telón.

Acto 2: Historias, historias

Tras esa situación, seguimos nuestro camino por Florida. Llegando a uno de los puestos de vendedores ambulantes, decido también comprarle un vestidito a mi novia -después pregúntense por qué no llego a fin de mes-. Muy amable, la señora se queda hablando con Manu y conmigo.

Vendedora: – Decime una cosa, ¿sos vendedor?

Yo: – Eeeem, no. ¿Por?

Vendedora: – No, por como te desenvolvés.

Manu y yo: – Es que somos periodistas.

Vendedora: – ¡Aaaah! Chicos, ustedes tendrían que escribir sobre todo lo que pasa acá. Pasan cosas todos los días, hay quilombos con la policía, con los vendedores, con los transas… no es nada fácil estar acá.

Tras concederle la razón, argumentamos que por una cuestión del medio en el que escribíamos no sería posible, pero que no dudábamos de la veracidad de dichos argumentos. Luego de afectuosos saludos y sonrisas, seguimos nuestro camino.

Se cierra el telón.

Acto 3: De cómo en la calle Florida se armó un mitín anti UCEP


Llegando a Corrientes, y comentando los diferentes mundos que hay en un solo mundo, nos encontramos con un puestero -claramente brasilero: afroamericano y parlante de un portuñol chapuceado- que vendía cartucheras de Mafalda. Nos paramos a ver qué había, y se me dio por elegir una -que, como fui más rápido de manos, le gané a Manu en la elección-. Mientras ella se agachaba para ver más motivos, yo pispeo dos sombras que se acercan, de azul/negro, enfierradas y sin la menor identificación.

Agente 1: – Policía Federal. ¿Tiene autorización?

Vendedor: – No, pero, ¿por qué empieza a ver por acá?

Agente 1: – Porque sí. A todos les está molestando.

Vendedor:  – A nadie le molesta.

Agente 1: – Sí. Así que si no tenés nada, vas levantando tus cositas y te vas.

Vendedor: – Pero si yo acá estoy tranquilo, ganándome el sueldo.

Agente 1: – (patea la mochila con las cosas del vendedor) Mirá, a mí no me importa un carajo.

Vendedor: – (se levanta con vehemencia y le clava la mirada al policía) ¿Por qué me pateás las cosas?

Agente 1: – Mirá, a mí no me ponés esa miradita. Acá las cosas son así, si no te gusta, volvete a tu país, ¿está clarito?

Vendedor: – ¡Yo te estoy tratando con respeto!

Agente 1: – No me levantés el tonito. Acá es así. Y no se te ocurra mirarme así que a mí no me vas a hacer arrugar. Yo tengo secundario completo, ¿vos qué tenés, eh? Andá, levantá tus cositas y rajá de acá.

Agente 2: – Dale que sino te labramos una acta de contravención.

Vendedor: – (empieza a levantar las cosas) ¡Pero yo te estoy tratando con respeto, no me pateés las cosas!

Agente 1: – Yo no te pateé nada.

Manu: – Sí que se los pateó, yo lo ví.

Agente 1: – No, yo no pateé nada, ¿o vos lo viste?

Yo: – Así es, yo también lo ví.

Transeúnte 1, 2 y 3: – Yo también.

Transeúnte 1: – Es una falta de respeto lo que usted está haciendo, oficial. Usted supuestamente tiene que proteger, no hacer estas cosas.

Agente 1: – Pero el señor está acá instalado sin permiso…

Transeúnte 2: – Como sea, usted no tiene derecho a patearle así las cosas. A ver, dígame, ¿por orden de quién está acá?

Agente 1: – Del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Transeúnte 1: – ¿Y por qué empezó por acá?

Transeúnte 3: – Es obvio que lo hizo porque el señor es de otro color.

Agente 1: – De ninguna manera, empezamos acá porque empezamos por acá.

Transeúnte 3: – Qué justificación. En vez de estar robando, que es donde ustedes supuestamente tendrían que estar, protegiendo, están acá haciéndole esto a un pobre tipo que está laburando.

Agente 1: – En cualquier caso, nosotros cumplimos órdenes.

Manu: – Bueno, ¿sabe qué? Yo soy periodista. Hagamos una cosa: deme sus datos, por favor.

Agente 1: – No lo tengo.

Yo: – Ah, genial. ¿O sea que se supone que te tenemos que creer que sos policía?

Agente 1:- Sí, es que…

Yo: – Perfecto. Ustedes tienen la obligación de salir debidamente identificados, vos no tenés placa ni nada, ¿y lo estás apurando a este tipo porque no tiene documentos?

Agente 1: – Eeemm…

Agente 2: – Bueno, sabés qué, voy a buscar al supervisor.

Todos: – ¡Llamalo por handy!

Agente 2: – El handy no está para eso.

Todos: – ¿Y para qué está entonces?

Agente 2: – Es que no nos podemos comunicar con él.

Agente 1: – Aparte, es mentira que lo maltratamos.

Manu: – Lo vimos todos.

Yo: – La discriminación fue impresionante. ¿Sabes qué? Yo tengo un terciario completo, que es más que un secundario. Así que bajo el mismo criterio mandate a mudar y no rompás las pelotas.

Agentes 1 y 2: – No dijimos nada.

Como conclusión, el agente 2 se fue y no volvió, el 1 nos dio un nombre y número de placa que no necesitamos ni corroborar para saber que es trucho (Martínez es un apellido genérico como pocos, y el número era claramente fruta). Lagente, la tan dichosa lagente, por una vez se paró adelante de la cana. Bah, cana: uniformados no identificados, en la era fascista de Macri, no era demasiado difícil deducir que estos señores eran de la UCEP, órgano parapolicial supuestamente desmantelado.

Se cierra el telón.

Epílogo

Con un sabor agridulce, seguimos rumbo a Retiro, completamente anonadados por lo que habíamos visto. Porque por un lado, Manu que unos instantes antes reflexionaba sobre cómo habría sido vivir en los ’70, lo paladeó en carne propia; por el otro, yo que cada día tengo menos fé en la humanidad, tuve una pequeña luz de esperanza. Todavía hay gente que se le planta adelante a las injusticias, a las inequidades, incluso si sus máximos exponentes portan una 9 milímetros y no tienen identificación alguna. Decididamente, los que tienen miedo son ellos.